lunes, 11 de mayo de 2009

El hombre proviene de alguna parte, de algún origen desconocido.

No es responsable de que esté aquí.


Kierkegaard ha dicho,


«Cuando miro al hombre, siento que ha sido arrojado aquí».


No es ni siquiera responsable de su propio ser; el ser está arraigado en lo Divino. Considéralo así:


¿Puede un árbol decir, «Me ofrezco a mí mismo a la tierra»? ¿Qué significado tiene?


Carece de sentido porque el árbol está enraizado en la tierra, el árbol es sólo una parte de la tierra.


El árbol es sólo tierra y nada más, de modo que cómo va a decir,


«Me ofrezco a mí mismo a la tierra»?


No tiene sentido. El árbol es una parte. No es distinto, por lo tanto el ofrecimiento no es posible.


Así que, primero, sólo puedes ofrecer aquello que te pertenece.


Segundo, sólo puedes ofrecer si hay una cierta distancia, una cierta separación.
El árbol no puede ofrecerse a sí mismo porque no es diferente de la tierra en sí.


O considéralo así: un río no puede decir,


«Me ofrezco a mí mismo al mar».


El río no se basa en el mar. Es algo aparte. Pero aún así no puede decir,


«Me ofrezco al mar». ¿Por qué?


No puede decirlo porque no es una elección del propio río. El río ha de fluir hacia el mar. No hay posibilidad de elección. El río es impotente. Aunque el río deseara elegir no ofrecerse, no podría escoger, pues el ofrecimiento es inevitable. Cuando el ofrecimiento es inevitable, no tiene sentido.
El río no puede afirmar,


«Me ofrezco a mí mismo al mar», porque es algo que ha de llegar.


Este llegar forma parte de la naturaleza. El río no llega al mar debido a que sea él el que lo haya elegido pues no hay posibilidad de elección de su parte.


El río es impotente, no puede hacer nada más. Y una tercera cosa: sólo puedes ofrecer algo cuando tienes la posibilidad de hacer otra cosa. Si tienes la posibilidad de no ofrecer, sólo entonces te vuelves capacitado para ofrecer. Entonces ésta es tu elección.
El hombre está arraigado como un árbol. El hombre es un árbol, sólo que con raíces móviles, enraizado en el Ser, enraizado en la Existencia. Y el hombre no es algo separado: en lo profundo no hay separación. Un hombre no es responsable de su propio ser: tiene que regresar inevitablemente como un río precipitándose en el mar. Así qué,

¿dónde está la elección? ¿Cómo vas a ofrecer?


Tu muerte será una disolución tanto si quieres como si no.


¿Quién eres? ¿En dónde estás y dónde es que el ofrecimiento se hace posible?


osho