miércoles, 25 de noviembre de 2009

EQUILIBRIO Y ARMONÍA NATURAL




Mi vida entera ha estado dedicado sólo a un simple problema: cómo unir el amor y la meditación, porque sólo con este encuentro, una nueva humanidad es posible.




Y sólo en el encuentro del amor y de la meditación, la dualidad del hombre y la mujer, la desigualdad del hombre y la mujer, desaparecen.

El Movimiento de Liberación de la Mujer es un fracaso.


No estoy comprometido directamente en la Liberación de la Mujer; estoy preocupado por la liberación de todos, porque si la mujer no se libera, el hombre tampoco será liberado.


Funcionan entrelazados, como el carcelero y el encarcelado; están ligados entre sí.




Ni el hombre ni la mujer están liberados, ambos viven una esclavitud impuesta por ellos mismos, en la esperanza de que esclavizando al otro, serán libres.


Pero el otro tiene sus propios modos para esclavizarle.

Sólo en la meditación, en el silencio, donde el amor florece, existe, sin ninguna pelea, sin lucha, una armonía natural, igualdad, un equilibrio natural.


Y si es natural, tiene su propia belleza.
Osho

martes, 3 de noviembre de 2009

"EXISTE EL PLACER Y EXISTE LA DICHA. RENUNCIA A LO PRIMERO PARA POSEER LO SEGUNDO"

Quien medita disfruta más de la música, disfruta más de la poesía, disfruta creando algo.

Esas personas disfrutan de la naturaleza, de su belleza. Disfrutan del silencio, disfrutan de lo que nunca habían disfrutado antes, y eso es mucho más duradero.

Incluso si se para la música, algo persiste.
Y no es un alivio. La diferencia entre el placer y esta clase de felicidad consiste en que no es un alivio, sino un enriquecimiento. Te sientes más pleno, empiezas a desbordarte. Al escuchar buena música, algo estalla en tu ser, surge una armonía en ti: te haces música.

O, al bailar, de pronto te olvidas de tu cuerpo; tu cuerpo es ingrávido. La gravedad pierde su poder sobre ti.

De repente te encuentras en otro espacio: el ego no es tan sólido, el bailarín se funde y se fusiona con la danza.
Esto es mucho más elevado, mucho más profundo que el placer que se obtiene de la comida o del sexo.

Esto es algo profundo, pero no lo supremo.

Lo supremo solo ocurre cuando estás plenamente despierto, cuando eres un Buda, cuando ha desaparecido todo el sueño, cuando todo tu ser está lleno de luz, cuando no hay oscuridad en tu interior.

Toda la oscuridad ha desaparecido y, junto con la oscuridad, el ego.

Han desaparecido todas las tensiones, las angustias, las ansias.

Te encuentras en un estado de absoluta satisfacción.

Vives en el presente; se acabaron el pasado y el futuro.

Estás por completo aquí.

Este momento lo es todo.

Ahora es el único tiempo y aquí es el único espacio.

Y de repente el cielo desciende sobre ti.

Eso es la dicha. Eso es la verdadera felicidad.
Busca la dicha; es tu derecho inalienable.

No sigas perdido en la jungla de los placeres; elévate un poco. Ve en busca de la felicidad y después de la dicha.

El placer es animal; la felicidad es humana; la dicha, divina.

El placer te ata, es una esclavitud, te encadena.

La felicidad te afloja un poco la cuerda, te da un poco de libertad, pero solo un poco.

La dicha es la libertad absoluta. Empiezas a avanzar hacia arriba; te da alas. Dejas de formar parte de la grosera tierra; pasas a formar parte del cielo. Te conviertes en luz, en alegría.
El placer depende de los demás. La felicidad no depende de otros, pero de todos modos es algo distinto de ti. La dicha no depende de nada, ni es nada distinto de ti; es tu ser mismo, es tu naturaleza misma.
Buda Gautama dice:

«Existe el placer y existe la dicha. Renuncia a lo primero para poseer lo segundo».
Medita sobre esto lo más profundamente posible, porque contiene una de las verdades más fundamentales.

Hay que comprender estas cuatro palabras, reflexionar sobre ellas.

La primera es placer, la segunda, felicidad, la tercera, alegría, y la cuarta es dicha.
OSHO